¡Va por ti, Román!

Hace tiempo, cuando apenas te conocía, escribí en la revista Reflejos que eras un Concejal trabajador y atípico: que lo mismo se te veía recogiendo las basuras después de la paella popular en los Valles que pegando carteles o presidiendo los festejos taurinos. Una persona accesible que hablaba con todo el mundo y se interesaba de verdad por los problemas del pueblo.

Hoy, muchos años después y habiendo compartido Plenos y Comisiones contigo como Concejal, sigo teniendo la misma opinión. Opinión mayoritariamente compartida por el resto de mis convecinos; porque es posible que te hayas equivocado alguna vez en los 24 años que llevas como Concejal (algo humano, por otra parte), pero me consta que tu intención es la de hacer lo mejor por el pueblo.

Quiero decirte públicamente que me alegra mucho el cambio que ha experimentado el Ayuntamiento en esta legislatura contigo en la Alcaldía, y que lo disfruto como vecina aunque no pueda disfrutarlo como Concejal. Me alegro porque has apostado preferentemente por la austeridad, la transparencia y la participación ciudadana, que son los valores que demanda la ciudadanía en este momento y que han sido las banderas que yo he llevado como portavoz de UPyD a lo largo de la legislatura anterior.

Lo primero que has hecho como Alcalde es quitarte el sueldo y cobrar solamente por asistencia a las Comisiones. Eso es dejarse de demagogias y predicar con el ejemplo. A eso se le llama austeridad.

En los pocos Plenos que llevas presidiendo se responde a todas las preguntas planteadas, vengan de donde vengan, con certeza y claridad. A eso se le llama transparencia.

Las Asociaciones Vecinales y Agentes Sociales han dejado de ser enemigos públicos para ser recibidos y tratados en el Ayuntamiento con la actitud de diálogo y el respeto que se merecen por su participación en los asuntos públicos. A eso se le llama fomentar la participación ciudadana.

Quiero decirte que desde la constitución del nuevo Ayuntamiento se respira en el pueblo otra alegría: el deseo y la esperanza de que todo irá a mejor en el pueblo. Porque tú sigues siendo Román, el de siempre, al que no se le caen los anillos: la persona cercana y comprometida que lo mismo recoge las basuras de los Valles que se sienta en el sillón de la Alcaldía. Hace unos días me dijiste por la calle que no te gusta que te llamemos Alcalde, pero esa es la dignidad que te has ganado con tu buen hacer y credibilidad durante tantos años, la que te han otorgado los Laguneros y el resto de Concejales con sus votos.

Aún recuerdo la soberbia con que alguno afirmaba en los Plenos de la anterior legislatura que todo continuaría igual (ellos en el gobierno y los demás en la oposición); y espero que haya aprendido que el mundo es redondo y no deja de dar vueltas. “La soberbia es una discapacidad que suele afectar a Pobres Infelices Mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de Poder” (José de San Martín).

Me cuentan vecinos y comerciantes que en el poco tiempo que llevas como Alcalde te personas en cualquier calle o plaza, cuando alguien te hace saber que algo no está bien; a eso se le llama cercanía. Y que además resuelves el problema, a eso se le llama eficacia.

Quiero pedirte que no cambies nunca, que sigas siendo Román, el de siempre: al que no se le caen los anillos haciendo cualquier tipo de trabajo, el que saca los bueyes cuando se lo pide la afición en la plaza, el que resuelve los problemas, la persona cercana con la que se puede hablar de igual forma en la calle que en el despacho de la Alcaldía.

Rocío Garrido Marcos